La educación
“Teniendo en cuenta la hermosa iniciativa de la mencionada sociedad, plausible prueba de celo y entusiasmo por el fomento de la cultura popular, y de amor por el país que les vio nacer, S.M. el Rey, (Q.D.G.) ha tenido a bien disponer que por tan laudable desprendimiento e interés por la cultura patria se den las más expresivas gracias a Don Francisco Bousoño, Don Celestino Álvarez González y demás señores de la Junta Directiva de la sociedad “Naturales del Concejo de Boal” y socios que contribuyen a suscripción beneficiosa para la enseñanza …”
A principios del siglo XX, la situación de la educación en Boal no parece que fuese muy diferente a la de la gran mayoría de los concejos rurales asturianos, es decir presentaba numerosas carencias.
En un informe elaborado por el Ayuntamiento en los inicios de 1914 se señala que en el concejo existían nueve escuelas. Además, el Estado había aprobado la creación de otra en el pueblo de los Mazos y se encontraban en fase de tramitación las de Sarceda, Ronda y Castrillón.
En general, las condiciones de los locales distaban mucho de ser las idóneas y con la excepción de Serandinas y Doiras, se encontraban instaladas en edificios alquilados y acondicionados de forma bastante precaria para la actividad educativa. En la descripción de estas escuelas se habla de una situación de hacinamiento, escasez de luz, poca ventilación, frío y humedad, definiéndolas como un auténtico foco de enfermedades.
El estado de la mayoría de los recintos escolares del concejo de Boal era realmente penoso. Consciente de esta situación y carente de recursos, el Ayuntamiento había decidido ya en 1909 solicitar la colaboración de los emigrantes del concejo en América. Como parece que en un principio la petición de ayuda, salvo en el caso de Serandinas, tuvo escasa repercusión, se intentó por parte del Consistorio subsanar en la medida de lo posible las numerosas deficiencias detectadas, realizando una serie de reformas, en las que se dedicó especial atención a la mejora de la iluminación y la higiene, aunque con pocos resultados y escasos cambios. Solamente los locales escolares de Doiras y Serandinas reunían unas condiciones mínimamente aceptables, ambos producto de la acción de los boaleses emigrados a América.
La escuela del pueblo de Doiras fue financiada gracias a una donación del emigrante Antonio Alonso Trelles.
Para su construcción, según aparece dispuesto en la cláusula dos de su testamento otorgado el 19 de marzo de 1898 cedía 5.000 pesetas y el solar. En el año 1905 su viuda Concepción Pacheco daba cumplimiento a su voluntad, dando comienzo a las obras que estarían concluidas en junio de 1906.
El mobiliario y el material escolar serían costeados por otro emigrante Ceferino Rodríguez. En el caso de Serandinas nos encontramos ante una intervención de tipo colectivo, ya que la construcción del nuevo edificio fue posible gracias a una suscripción abierta entre los emigrados de esa parroquia en Buenos Aires, a los que se unieron también los residentes en Cuba.
La persona que se encargaría de organizarla sería el destacado miembro de la comunidad boalesa en Argentina, Rosendo Martínez.
Los vecinos del pueblo colaboraron aportando materiales y con la cesión del terreno.
El edificio escolar estaría terminado el 9 mayo de 1913, fecha en la que es entregado al Ayuntamiento.
Para aunar esfuerzos los naturales de Boal en la Habana decidieron en 1911 cosntituir la Sociedad de Naturales del Concejo de Boal .
Fue fundada en La Habana el 22 noviembre de 1911 y es sin duda la más importante de las asociaciones de este tipo constituidas por los emigrantes asturianos.
Su nacimiento se produce tras diferentes conversaciones mantenidas en el café El Nacional de La Habana en las que se plantea la posibilidad de organizarse en una asociación, para lo que se convoca una asamblea.
El encuentro se celebra el 22 de noviembre de 1911 en los salones del antiguo Centro Asturiano y cuenta con la asistencia veintinueve boaleses, siendo ese el momento de su constitución. Con el fin de dar a conocer su proyecto, se redactó una proclama destinada a toda comunidad boalesa en Cuba.
Tras esta primera reunión se celebraron otras el 21 y el 26 de diciembre. En esta última se designó una junta directiva encabezada por José Siñeriz y García y se aprobó el reglamento.
Una de las primeras decisiones tomadas por los directivos fue la creación de delegaciones en diferentes poblaciones de la Isla y en el concejo de Boal. Los estatutos disponían el nombramiento de todos aquellos delegados que se considerasen precisos
. Tras funcionar durante unos meses una representación provisional en diciembre de 1913 se constituyó la delegación definitiva, formada por un presidente, que sería Eduardo Blanco, alcalde y antiguo emigrante, y 16 vocales, 4 por la villa de Boal y uno por cada uno de los distritos escolares en los que estaba dividido el concejo.
En este periodo inicial la sociedad creció con gran rapidez y en poco más de dos años el número de socios rondaba los cuatrocientos. Cifra realmente importante, si tenemos en cuenta, que por esas mismas fechas los Naturales del Concejo de Villayón contaban con unos doscientos o que la Asociación de Naturales del Franco había tenido en sus comienzos 145.
La idea inicial de los boaleses era financiar el cincuenta por ciento del coste de los locales escolares y que el Estado se encargase del resto. Con este fin se solicitó una subvención al Ministerio de Instrucción Pública. La ayuda estatal fue concedida, aunque finalmente la directiva descartó esta opción y resolvió hacerse cargo de todos los gastos. La explicación a esta renuncia parece vincularse con la pretensión de la asociación boalesa de construir un inmueble que albergase el aula y la vivienda del maestro, lo que prohibía la legislación vigente, en el caso de que se quisiese contar con la participación del Estado .
La disponibilidad de fondos hizo posible que en 1914 pudiese abordarse la construcción de cuatro escuelas. Para escoger su emplazamiento, se solicitó a la delegación en Boal una relación de los pueblos que necesitaban con mayor urgencia un local escolar. Una vez confeccionada, esta lista fue enviada a La Habana donde se efectuaría un sorteo. Otra decisión que se tomó fue escoger la tipología de escuela que se iba a utilizar. Tras barajar varias alternativas, se optó por el proyecto realizado por el presidente de la asociación Francisco Bousoño, dedicado a la construcción. Su diseño consistía en un local de planta rectangular de una altura con aula y vivienda para el maestro. El resultado es un edificio sencillo y funcional que, gracias a su reducido coste, permitiría la consecución del objetivo societario de construir escuelas en todos los pueblos del concejo.
El sorteo para determinar los lugares donde se iban a construir las escuelas se realizó el 22 de noviembre de 1914 y los pueblos favorecidos fueron Prelo, Lendiglesia, Castrillón y Rozadas. Unos meses después se decidió incluir en esta primera fase a Sarceda, debido al ofrecimiento de adelantar el dinero por parte de Francisco Rodríguez, Manuel Pérez y José Pérez, todos ellos emigrantes originarios de ese pueblo. Tras producirse cierto retraso en el comienzo de las obras por problemas con la adjudicación, en septiembre de 1917 estaría construida en Sarceda la primera de las
Escuelas. Mientras que la de Rozadas estaría finalizada en marzo de 1918 y la de Castrillón en mayo de 1918. En lo que respecta a los otros edificios escolares proyectados, el de Prelo estaba paralizado por la muerte de su contratista. Mientras que en el caso de la localidad de Lendiglesia, un emplazamiento muy problemático hacía que nadie quisiese hacerse cargo de las obras por el precio estipulado .
En la década de los veinte asistimos a la consolidación de los Naturales de Boal como entidad de referencia para los asturianos de otros concejos residentes en Cuba. Es el momento en que aparecen numerosos artículos ensalzando su labor y situándola como ejemplo a imitar. Además, recibió un reconocimiento estatal, con la publicación de una Real Orden el 13 de enero de 1920, en la que Alfonso XIII mostraba su agradecimiento a los miembros de la asociación boales.
Durante esos años, el colectivo boalés experimentó un crecimiento realmente importante del número de asociados, alcanzando los ochocientos, en esta cifra se incluyen los miembros de la delegación en Argentina. Lógicamente este incremento de la masa social trajo consigo el de los fondos disponibles, lo que permitió eliminar el sorteo para designar las escuelas que iban a ser construidas. A partir de ese momento los dos únicos requisitos para el inicio de las obras serían la petición del distrito escolar y la entrega del terreno . A lo largo de la década se fueron construyendo escuelas en los pueblos de Villanueva, Villar de San Pedro y Vega de Ouria, Lendiglesia, San Luis, La Bajada, Los Mazos y Miñagón. La disponibilidad de capital hizo posible que se dotase de material didáctico y mobiliario escolar a los locales ya finalizados. A estos gastos se unirían los derivados de la obras de reparación y conservación de las escuelas, ya que la sociedad se hizo cargo de su mantenimiento hasta que fueron entregadas al Ayuntamiento en el año 1953.
En los años veinte, se van a producir algunos cambios en su funcionamiento interno, al adquirir cada vez más importancia la beneficencia. Inicialmente en su reglamento no se encuentra referencia alguna a esta cuestión, ya que su único objetivo es la promoción de la enseñanza en el concejo . Sin embargo, esto no supuso que se dejase de lado, desarrollándose una tarea de asistencia y ayuda paralela a la construcción de escuelas. En un principio se concretaba en la visita a los socios enfermos, de la que se encargaba una comisión designada anualmente por la directiva, y en la colaboración con la Sociedad de Beneficencia Asturiana. En la década de los veinte las actividades benéficas-asistenciales se irían ampliando, hasta que en 1935 se reformaría el reglamento para crear una sección de beneficencia, modificándose también su denominación que desde ese momento sería Sociedad de Instrucción y Beneficencia, Naturales del Concejo de Boal .
El dinero empleado en estas obras de ayuda y auxilio, al igual que sucedía con las actividades festivas, no procedía del capital social, ya que el reglamento prohibía expresamente que se utilizase con una finalidad que no fuese la construcción de escuelas. Por lo tanto, para la ejecución de acciones benéficas concretas se llevaban a cabo colectas y en algunas ocasiones también se usaron los fondos que sobraban de la celebración de las jiras.
El crecimiento experimentado por la asociación boalesa tiene su principal exponente en la fundación en abril de 1923 de una delegación en Argentina, algo que como se ha señalado era poco frecuente en el colectivo americano, ya que lo normal era la creación de dos sociedades diferentes, una en cada país. En la creación de esta delegación, originada en una visita a Boal Francisco E. Rodríguez, antiguo vicepresidente del Centro Asturiano de Buenos Aires, fueron fundamentales dos distinguidos miembros de la comunidad boalesa en Argentina: Elías Quintana y Rosendo Martínez. Los boaleses en Argentina mostrarían desde un principio un gran dinamismo, participando muy activamente en la construcción de los edificios escolares a través de valiosas aportaciones a los fondos sociales.
Sin duda, el proyecto más ambicioso que abordó la sociedad boalesa fue el de construir en la capital del concejo unas escuelas graduadas, que serían inauguradas el 23 de septiembre de 1934. El coste total fue de 314.364 pesetas, de las que 90.000 fueron aportadas por la sociedad. A esta cantidad habría que sumar otras 3.143 pesetas con las que se compró una franja de terreno para ampliar el patio y las aceras.
Los Naturales de Boal finalizarían también la escuela de Doiras antes del inicio de la Guerra Civil, concretamente abre sus puertas en enero de 1935. Además, en vísperas de la contienda se habían iniciado las obras de del local de Serandinas y se estaba gestionando la reanudación del de Prelo, que llevaba paralizado desde 1916. En ambas, se optó por cooperar con el Estado que aportaba el 75 % del presupuesto total.
En el caso de Serandinas, adjudicada en febrero de 1936, la construcción fue interrumpida por el estallido de la Guerra, y no se reanudó hasta los años cincuenta. En esa década el Ayuntamiento gestionó su reactivación, para lo que era necesario un nuevo proyecto que sería aprobado el 31 de diciembre de 1956. La aportación final realizada por la Sociedad alcanzará las 59.542 pesetas. Tras su encauzamiento definitivo el edificio escolar estaría finalizado en diciembre de 1958.
En lo que respecta a la escuela de Prelo, el Ayuntamiento había iniciado la tramitación de su expediente en el verano de 1933, pero no logró la aprobación ministerial antes de la Guerra Civil. Al concluir las hostilidades se intentó en repetidas ocasiones impulsar los trabajos en Prelo. Finalmente, a mediados de los cincuenta, la imperiosa necesidad de un nuevo local escolar ocasionada por las deficiencias que presentaba el utilizado desde hacía más de treinta años, llevó de nuevo al Ayuntamiento a solicitar al Estado la construcción de un nuevo edificio en Prelo. El proyecto definitivo tendría el visto bueno del gobierno en diciembre de 1958. El montante final de las obras fue de 334.901 pesetas, contribuyendo los Naturales de Boal con 66.965. El edificio estaría concluido a finales de 1960, siendo como veremos el último construido por la asociación boalesa.
Entre 1911 y 1936 la asociación boalesa había financiado trece escuelas en el concejo. Además, había iniciado las de Serandinas y estaba tramitando la de Prelo, que como hemos visto no se finalizarían hasta la década de los cincuenta. La intención era continuar hasta ver cumplido su objetivo, pero la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial obligaron a detener su trabajo, que no pudo retomarse hasta 1948 con la construcción de la escuela de Merou. Sin embargo, tras terminar esta escuela todavía pasarían siete años hasta que la junta directiva acordase concluir su proyecto. Sería en septiembre de 1954 cuando se decidió afrontar la construcción de los cinco últimos locales escolares: Trevé, Piñera, La Ronda, Cova y Mezana.
En esta ocasión se acordó nombrar una comisión en Boal que se encargaría, entre otras cosas, de gestionar la contratación de las obras y de coordinar la actuación de los delegados de los distritos escolares, en especial en lo referente a las aportaciones de los pueblos. La obras se realizaron durante los años 1957 y 1958 y en ellas se utilizó el diseño elaborado en 1914 por Francisco Bousoño, aunque reduciendo el tamaño del aula para adaptarlo a unas poblaciones escolares más reducidas. Las primeras escuelas en ser entregadas fueron las de Coba y Trevé en marzo de 1957 y la última la de Mezana. Una vez acabada solo quedaba la de Prelo, que como hemos visto, no se terminaría hasta 1960.
En los años cincuenta la evolución de la vida societaria iniciada en la década de los veinte, plasmada en el aumento del papel de la beneficencia en 1934, continuaba, volviendo a producirse una reforma de los estatutos en 1954. Lo más significativo es la atención prestada a los actos festivos y recreativos, a los que se dedica el artículo tercero. El cambio producido en la consideración de las actividades lúdicas lleva a que se introduzca en la denominación de la asociación el término recreo, pasando a llamarse Naturales del Concejo de Boal. Sociedad de Instrucción Beneficencia y Recreo . La explicación de estos cambios, al margen de otras consideraciones puede vincularse con la cercanía con la que se veía el cumplimiento de su objetivo fundacional, que provocaba que en el ánimo de los socios empezase a valorarse la posibilidad de dedicar una mayor atención a otros fines.
La obra llevada a cabo por la sociedad bolaesa la convierte sin duda en la más importante de Asturias. Desde el punto de vista numérico, las 21 escuelas construidas no tienen comparación posible. A mucha distancia de ellas se encuentran los nueve locales en los que participa la Unión de Naturales de El Franco o los once que financian las dos sociedades de Villayon, Los Naturales del Concejo de Villayón en Cuba y Los Residentes de Villayón en Argentina. Además, al dinero aportado para la construcción de los edificios hay que añadir, el coste de su mantenimiento, los gastos de reparaciones y la dotación de material escolar y mobiliario escolar.
En otras regiones de España no se encuentran tampoco muchas sociedades que la puedan igualar, tal vez la única sea la lucense Vivero y su Comarca constituida en 1911, que construye 15 escuelas en el partido judicial de Viveiro. Además, al igual que la boalesa, realizó aportaciones para la compra de material y mobiliario escolar. Si bien, esta asociación englobaba a los emigrantes procedentes de los ayuntamientos de Viveiro Muras, Jove, Cervo, Orol y Riobarba
Se puede incluir este parte de la Real Orden de 13 de enero de 1920 por la que el Gobierno de la Nación reconocía su labor en beneficio de la educación: