Los Mazos (Casa de la Apicultura)

La construcción la escuela de los Mazos no estuvo exenta de complicaciones, aunque en este caso pueden ser consideradas menores si las comparamos con lo acaecido con lo locales escolares de otras poblaciones del concejo como Lendiglesia, Doiras, Vega de Ouria y sobre todo Prelo.

En primer lugar tuvo que pedirse al Ministerio de Instrucción Pública la creación de una escuela en dicho distrito. La solicitud partió del Ayuntamiento y obtuvo el visto bueno del gobierno del estado en 1919. La cuestión que planteó más dificultades fue la del emplazamiento. En octubre de 1922 José Martínez Villamil adquirió un solar en el valle de La Senra a unos metros de la carretera entre Navia y Boal y lo donó a los Naturales de Boal. El problema surgió a raíz de la existencia de otro terreno que parecía más adecuado, pero su precio, mil pesetas, era a juicio de los dirigentes boaleses excesivo. Por tanto, a pesar de que no gustaba mucho y de las opiniones contrarias que se dejaron oír, se aceptó la donación efectuada por José Martínez Villamil y se decidió ordenar el inicio de las obras. La dirección de las mismas fue confiada en agosto de 1923 al antiguo miembro de la junta directiva Constantino Peláez, recientemente retornado de Cuba y al que se estimaba plenamente capacitado para dicha tarea. Pero, la continuación de la controversia suscitada en torno a la elección del solar provocó la demora del comienzo de los trabajos. Además, Constantino Peláez se convirtió en el Alcalde de Boal en mayo de 1924, y un año después en el apoderado oficial de la sociedad en el concejo. Ambas responsabilidades llevaban consigo una considerable carga de trabajo, lo que seguramente tuvo como resultado una cierta desatención de los asuntos de la escuela de Los Mazos.

La polémica sobre el terreno continuó en los años siguientes, siendo José Martínez Villamil acusado de obstruir todos los intentos para conseguir una nueva parcela. En marzo de 1927 la junta directiva zanja la cuestión al resolver adquirir la finca que desde un principio se había considerado más idónea y una vez verificada dicha operación proceder a la devolución de la parcela donada por José Martínez Villamil . Poco antes de esta decisión, el 16 de febrero, el delegado del distrito escolar, José Fernández, había alcanzado un acuerdo con las propietarias del nuevo solar, Demetria y Dolores Villamil Graña, sobre su venta, liquidándose la operación el 17 de abril. La junta directiva recibirá la notificación de la compra a principios de junio. Pero los problemas no concluirían aquí. En agosto y tras la lectura de dos cartas remitidas por el secretario del Ayuntamiento de Pesoz y de Constantino Peláez sobre lo sucedido, se produjo una agria discusión entre el presidente de la asociación boalesa, José Martínez y el secretario, Demetrio Álvarez, que terminó con la dimisión de ambos aunque ésta no sería aceptada por el resto de la directiva. El asunto del emplazamiento fue zanjado definitivamente cuando en una junta extraordinaria celebrada en el 15 de enero de 1928, se acordó la devolución del terreno a José Martínez Villamil.

Ese mismo mes lo dirigentes boaleses decidieron sacar a subasta las obras de la escuela. El procedimiento de adjudicación se desarrolló de una forma un tanto irregular y no siguió lo establecido en el reglamento ni en los pliegos de subasta. Los problemas surgieron cuando el delegado del distrito, José Fernández, recibió una propuesta de José López para iniciar las obras de inmediato y de esta forma poder aprovechar el verano. Ante esta posibilidad, José Fernández decidió, en julio de 1929, firmar el contrato y comenzar los trabajos antes de enviar los pliegos de subasta a la directiva y por lo tanto procedió sin contar con la autorización de la misma, tal y como era preceptivo. La junta al enfrentarse a hechos consumados y tras valorar que las condiciones del contrato se atenían a lo estipulado en los pliegos; que ya se estaba trabajando en la construcción del edificio escolar; que se había actuado buscando el beneficio de la sociedad; y sobre todo, consciente de lo difícil que resultaba encontrar un contratista, acordó en una reunión celebrada en septiembre dar su visto bueno, no sin antes recriminar la actuación del delegado y dejar bien claro que esta situación no debía volver a repetirse en el futuro. La consecuencia de esta reprimenda procedente de La Habana fue la renuncia a su cargo formalizada por parte de José Fernández en octubre de l929.
Mientras se solventaban estos problemas las labores constructivas avanzaron con gran celeridad, y en septiembre de 1929 ya estaban muy adelantadas, girándose con prontitud los primeros plazos y pagándose el tercero en diciembre de ese mismo año. El local escolar, en el que habían sido introducidas mejoras, estaba terminado en abril de 1930, convirtiéndose de este modo en la escuela en la que con mayor rapidez se ejecutarían las obras.

El diseño de la escuela de los mazos sigue el modelo elaborado por Francisco Bousoño. Se trata de un edificio planta rectangular con una sola altura en la que se incluían el aula y la vivienda del maestro. En él se cuidaron todos los detalles como las dimensiones del aula y del patio de recreo, la orientación, la ventilación y la iluminación. Destaca especialmente el pórtico columnado de su fachada principal.

En definitiva se trata de un edificio escolar sencillo y funcional, que gracias a su reducido coste permitiría la consecución de los objetivos societarios. Su sencillez sería también decisiva para que no fuese necesario la participación de los arquitectos en la construcción, pudiendo encargarse perfectamente de ella los maestros de obra del concejo.

Estos planos serían utilizados para la construcción de 11 escuelas entre 1911 y 1934. Posteriormente, en las construidas en los años 50, se produciría una reducción del tamaño del aula para adaptarla a unas poblaciones que tenían un censo escolar más pequeño.