El lavadero

Es financiado por José Benito Sánchez Santa Eulalia, emigrante establecido en Manatí (Cuba). La idea de dotar a la villa boalesa de ese equipamiento partió de su mujer Rosalía de la Cruz, que en su único viaje a Boal “sufría al ver a las mujeres del pueblo dirigirse al río, con su carga de ropa, y una piedra grande y lisa, que le servía para romper el hielo en los días crudos del invierno, utilizándola también de lavadera”. El fallecimiento de su esposa llevó a José Benito Sánchez a cumplir sus deseos y en marzo de 1923 ofrece al ayuntamiento 6.000 pesetas para construir un lavadero .

El proyecto parecía concretarse en agosto de 1924, cuando el ayuntamiento de Boal adquiere un solar para su emplazamiento. El contrato fue adjudicado al maestro de obras Francisco Navia y la primera piedra del equipamiento se coloca en octubre. Sin embargo, en mayo de 1925 la construcción se encontraba paralizada. Desconocemos los motivos de la falta de avances, pero para reanudar los trabajos constructivos José Benito Sánchez se dirige a Constantino Peláez, alcalde y delegado de la Sociedad de los Naturales de Boal en La Habana. En una carta escrita en mayo de 1925  José Benito Sánchez le solicita que se encargue  de dirigir las obras, poniendo a su disposición 15.000 pesetas. En la misiva también hacía referencia a la existencia de dos presupuestos anteriores, uno de 10.000 pesetas y otro de 12.500. Lo que nos permite intuir que probablemente el retraso se relacionaba con un desajuste en los gastos que se habían calculado  inicialmente, por eso sin duda señala que con la nueva cantidad espera que no haya dificultades económicas. La incorporación de Constantino Peláez al proyecto no supuso la reactivación inmediata del mismo y no es hasta  agosto de 1927  cuando se firme con José Álvarez el nuevo contrato para la construcción del lavadero . Finalmente, en septiembre de 1928 se produce su inauguración.

Se trata de una obra funcional en la que destacan los elementos de la fachada, especialmente las molduras de las cornisas y los pináculos.